miércoles, 23 de marzo de 2011

LA CULPA

Vivimos en un mundo en el que sentirnos culpables es el pan de cada día.
Si hablas porque hablas, y si callas porque callas. Existe el miedo a hacer daño a los demás y al "qué pensarán". Nos sentimos culpables hasta de haber sido agredidos. Muchas víctimas de malos tratos y abusos, llegan a pensar que han sido "provocadoras" y por tanto "merecedoras" de ello.  ¡¡Qué barbaridad!!  ¿Cómo puede nuestra mente llegar a pensar de esta forma?  Pues es así. Nos sentimos culpables por demasiadas cosas.

Se nos inculca desde muy pequeños las normas a seguir, y comprendemos muy bien las "amenazas" de la consecuencia de no portarse bien. Y nos adaptamos, y procuramos ser "buen@s", para considerarnos "merecedores" de las cosas positivas.  Pues si nos creemos "malo@s", nos sentimos sin derecho a recibir amor, ni nada bueno.

Esta actitud de "portarnos bien", se nos mete tan dentro.... que llega a formar parte de nosotros. Y sin embargo NO SOMOS NOSOTROS.  Tomamos la actitud, simplemente, y creemos que somos así.   Pero nadie es 100% santo, ni 100% demonio.  Todos tenemos una parte positiva y otra negativa. Y su conjunción, es nuestra BELLEZA. Nuestro código de barras.  Y hay que aceptar que la suma de estos dos polos, es lo que somos, y es la justa PERFECCION de nuestra creación.

De un tiempo a esta parte me he dado cuenta de mi gran sentimiento de culpa en la vida.
Resulta que un buen día, sin saber cómo ni porqué, dejé de enfadarme. No quería discutir, no quería que me dejaran de querer, y no deseaba tener enemigos. Quería ser aceptada por todo el mundo. Y callé. Y tragué. Y aguanté el peso de la esclavitud de no ser YO.

Pero claro, resulta que si me enfadaba y más concretamente si hacía ver a los demás mi enfado, ya no era una niña "buena"...

Y entonces sentía que al mostrar mis sentimientos de ira, me convertía en "mala". Y me invadía una tremenda CULPA.

Y he arrastrado esto tanto tiempo... que ahora hasta me cuesta creer que dentro de mi hay un tigre dispuesto a dar un zarpazo a todo aquel que invada mi territorio. Sin embargo está ahí. Lo siento, y necesito abrir la celda, y dejar que muestre sus garras.

¿Para qué voy a soportar la carga de sentirme culpable por mostrarme tal y como soy? Mi tigre es una parte de mi, y tiene que salir, pues si se queda dentro, muere. Y al morir ya no estoy completa. Ya no soy YO. Mi otra mitad no puede vivir sola, está coja, y desvalida. Necesita al tigre, y el tigre necesita mi otra parte de la misma manera.

Estoy aprendiendo que es más importante ser uno mismo, que intentar ser lo creemos que es "socialmente aceptado" o esperado por los demás.
Al final, no ser uno mismo, pasa factura.

Reconoce las 2 partes que hay en ti, acéptalas, y convive con ellas de la mejor manera posible. No dejes demasiado suelto al tigre, pero tampoco lo dejes siempre encarcelado. El equilibrio de tus 2 mitades eres TU. Y sentirte culpable por ser tú mismo, es una increíble tontería...  ¿o no?



Tu ya eres MARAVILLOSO, por el simple hecho de SER.

sábado, 5 de marzo de 2011

TUS GESTOS

Cuando hablamos, y expresamos nuestros sentimientos, intentamos "mostrar" a nuestro interlocutor lo que llevamos dentro. Pero lo que llevamos dentro difícilmente se muestra con claridad a través de las palabras, que son creadas por nuestra mente.

Cuando estas "pensado" cómo decir algo, estás distorsionando la esencia de tu interior, ya no habla tu alma ni tu corazón, si no tu mente.

Lo que siempre nos habla con claridad, sin distorsión alguna, es nuestro cuerpo. Él no se para a "pensar", y se mueve desde la inconsciencia. Muestra lo que llevamos dentro y que nos cuesta tanto identificar y expresar con palabras.

No digo que las palabras no nos cuenten la verdad, ¡benditas palabras cuando salen desde tu inspiración! Evidentemente, hay muchos momentos, en los que siendo capaz de darte cuenta de tu interior, y en plena conexión con tu alma, uno es capaz de expresar con claridad. Lo vemos en la poesía, por ejemplo.

Pero yo estoy hablando de otra cosa. En tu día a día, en lo cotidiano. Cuando te encuentras con un amigo y te pregunta cómo estás. En ese momento, en los que en segundos, fabricas con la mente las palabras que identifiquen cómo estás.

Ahí es cuando tu cuerpo va a expresar mejor que tus palabras, cómo estás en realidad.

Comienza a fijarte en cuando hablan los demás. Te darás cuenta, que a veces, una persona dice una cosa por la boca, y su cuerpo, sus gestos, muestran lo contrario.
Una vez vi a una persona, que afirmaba verse bella y divina, y mientras lo decía, su cabeza giraba de izquierda a derecha, como negando. Y eso significó que en lo más hondo de su interior no lograba verse bella, por más que en su mente, se convencía a sí misma, para creer que sí se sentía divina.

El otro día, sin ir más lejos, yo misma, me di cuenta de un gesto propio. Tenía un problema sin resolver, y no lograba entenderlo. No veía la solución. Y mientras hablaba con una amiga, le decía: "pues es que no lo entiendo, no veo el camino" Y mientras decía eso, me tapé los ojos con las manos.  Entonces, mi buena amiga y maestra, me dijo  "¿te diste cuenta de tu gesto? ¿No lo ves?"
Y entonces descubrí que ¡¡soy yo la que  me tapo los ojos para no ver la solución del problema!! En lo más interior de mi ser, no deseo encontrar la solución. 

 Es importante, que escuches a tu cuerpo, pues sabe más  que tu mism@ y tu mente.



Comienza por los demás, y después por tus propios gestos. Que te contarán verdades como puños. Su interpretación, es muy fácil. Simplemente, los ves, y lo sabes. Sin pensar. Te viene en seguida, como un aroma, un viento, una chispa, una sensación...

Sin agobiarte, y poco a poco.  Pues como todo en la vida, lleva su tiempo ser capaz de VER lo que hasta ahora no hemos visto.

Os pongo aquí un enlace de una página que habla del leguaje corporal, para los que esteis interesados en aprender más de este tema:

http://micromovimiento.com

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