Cuando tenemos dudas respecto a hacer algo, nos sentimos en constante "presión". Ya que hasta que no decidamos qué hacer, no sentiremos el alivio de soltar la incertidumbre.
Cuanto más tiempo alargue la toma de decisión, más inseguridad albergaré.
Esta dilatación en el tiempo, que a priori nos da una falsa seguridad (mientras no me decida, no tengo la responsabilidad de haber elegido), nos provoca en realidad una gran insatisfacción. Nos pone nerviosos, y ansiosos. Pues siempre está rondando en nuestra cabeza si hacerlo o no hacerlo....
Yo soy bastante experta en este sentido. Y es que, decidir entre "A" o "B", implica perder una de las dos.
Esa pérdida, es la que a veces cuesta aceptar. Y sin embargo, mientras no me decida, no tengo ninguna de las dos al 100%.
Si "A" significa NO hacer una cosa, y "B" significa hacerla, aunque me encuentre en la opción "A" y esté pensando si hacer "B" o no, aunque ya estoy en "A", no estoy al 100%, puesto que no lo estoy DISFRUTANDO. Ya que constantemente me pregunto si hacer "B" o no....
¿Qué nos impide lanzarnos a hacer algo? El miedo.
Miedo a perder, a fracasar, a no acertar.
¿Y qué pasa si no acierto? Que sufro. Y eso es precisamente lo que queremos evitar: el sufrimiento de haber perdido, de haber elegido "mal".
Pero no hay nada "mal" hecho. Si elijo, y me equivoco, puede que sufra durante un tiempo, pero seguro, que de ese dolor, nacerá una gran enseñanza.
Al fin y al cabo, la vida está hecha para VIVIR. Y vivir significa precisamente eso, vivir. Experimentar, equivocarnos, aprender, .... Estar en constante movimiento.
Si me quedo quieta, por miedo al paso que tengo que dar, no estoy viviendo. Estoy todo el rato "pensando" en qué hacer. Y no estoy viviendo.
Si me cuesta mucho decidir cualquier alternativa, es que tengo la autoestima baja. Ya que no me atrevo a tomar una responsabilidad. No me arriesgo por miedo al juicio y al resultado. No confío en mi. Y sobre todo, no quiero "perder".
Siempre que elegimos algo, tenemos que estar dispuesto a perder. Ya que como mínimo, uno pierde la opción no elegida.
En mi caso, estoy comenzando a elegir de una forma muy sencilla: no lo pienso demasiado. Y me dejo llevar por el corazón. Ya que si lo pienso demasiado, distorsiono mi deseo y mi necesidad. Pues comienzan a entrar dudas por el miedo, y me frenan.
Os recomiendo seguir vuestro corazón y lanzaros a por todo lo que deseáis y necesitáis. No lo penséis mucho, y confiar en el Universo. Ya que todo está perfectamente organizado para que vivas lo que tienes que vivir y aprendas lo que tienes que aprender. Lo que suceda, será lo que tenías que vivir, ni bueno ni malo. Simplemente será perfecto.