He llegado a un punto en el que tan solo quiero observar,
apreciar, disfrutar, sentir... absolutamente todo lo que acontece en mi
vida.
Y aprecio de fondo el sonido parlante de la radio de mi
mente dando vueltas y máSsvueltas…cuestionando todo lo que siento. Y tratando de acertar… ¿es correcto sentir así? ¿Hay algo más? ¿Es esto lo máximo y mejor que
puedo experimentar?
Pero ya no me preocupa.
NO me importa. Pues tan solo deseo estar presente donde estoy y poder
acariciar esta realidad como lo mejor y único que puede ocurrir. Mi única verdad
es esta y nada más.
Y al estar presente, puedo de verdad ver y sentir a los
demás, y también dejar salir mis emociones y sentimientos, sean los que sean… A través del respeto hacia mí misma y hacia
las otras personas.
Simplicidad para vivir, agradeciendo cada día nuevo, como la
oportunidad de aprender, compartir, disfrutar, sentir….
La paz que me invade, es un peso a tierra que expande raíces….
Que alimentan y fortalecen todo mi ser y que me hace sentir una seguridad
inusual en mi hasta ahora.
Es a la vez una sensación de conexión con algo más profundo…como
si una parte de mi cuerpo se encontrase buceando en un inmenso océano…
tranquilo, apaciguado, transparente… Y el
oxígeno continuara entrando en mis pulmones de alguna manera desconocida….
Y mi corazón…. Siento que se asoma, que se entrega, que
tiene ganas de soltar amarras, de danzar, de jugar… y de amar. Es como si se hubiese roto el caparazón que
lo protegía por miedo al dolor, y por fin se sintiera libre para poder ser y
vivir.
Mi mente, volátil y siempre presente, está rendida a mi
voluntad nacida de este corazón por fin liberado. Y es una maravilla tenerla a
mi servicio, para dar forma a la expresión y creación de todo mi sentir.