Vamos camino del invierno, y llegan las navidades. También llega a su fin el año. Y tendemos a hacer balance de lo que vivimos durante el mismo. Nos hacemos propuestas para el nuevo año.
En los trabajos, hemos de cerrar el ejercicio. Y sacar el resultado final.

A mi en particular, diciembre se me está pasando volando.... Y apenas noto cambios energéticos. Lo que sí percibo es mucho movimiento por el simple hecho de ser diciembre. Ya que suele haber más actividad que otros meses. Me ocurre en el trabajo, y en mi casa.
Llega la navidad: Hay que hacer compritas para cenas y comidas. Los regalos. Las cenas de trabajo con los compañeros. La lotería. Montar el árbol navideño. Enviar tarjetas de felicitación. ....
Todo esto, sumado a la cotidianidad, me satura. No doy a basto. Y a veces hasta me enfurruño por la falta de tiempo.
Sin embargo, a pesar de este estress, generado por mí misma, reconozco que me encanta cerrar ciclos.

Es un momento ideal para acercarnos a aquellos que hace tiempo que no vemos. Para demostrarles que siguen en nuestro corazón. Para revivir con nuestros pequeños esa ilusión que teníamos cuando nosotros éramos niños.

Si lo vives desde tu elección, y con la visión de que es un momento único en el año, seguro disfrutarás más y mejor.
Y más allá de Navidad, diciembre es por sí el mes del cierre. El mes de hacer una escucha: ¿he vivido como quiero? ¿qué deseo cambiar? ¿qué quiero desechar? ¿qué necesito añadir a mi vida?

Límpiate, comparte, y disfruta de este preciado mes. El año se termina. Cerramos una puerta, para abrir una nueva. El año nuevo ya está casi aquí. Dejemos atrás lo viejo para abrirnos a lo nuevo.