Y es que cuando viajas a lugares desconocidos, y ves las maravillas que hay en el mundo, tu percepción de las cosas cambia un poquito. Por lo menos, a mi me ocurre eso.
Conoces a nuevas personas, que durante unos días, son tu "familia" allí donde estás, y con los que compartes tus emociones y vivencias. Y para mi, eso es lo bonito de las vacaciones: descubrir nuevos lugares y nuevas personas. Porque cada lugar, cada persona, que conocí, me aportaron miles de cosas positivas.
Costumbres, acentos, hobbies, manías, risas ... Cada uno aportó lo suyo.
Vidas distintas a la mía, y por unos instantes fuimos todos la misma vida. Compartiendo espacio y tiempo, sensaciones y emociones.
Me parece que es buen momento para sugeriros a todos una cosa: cuando conozcáis a alguien, no os fíjeis en cómo viste, ni en cómo lleva el pelo, prestar atención a su SER, a lo que está dentro. Y veréis que cada persona tiene algo especial, y que nos puede aportar a nuestra vida una nueva y mejor visión de las cosas, enseñarnos algo nuevo, sentir de otra manera, ... en definitiva, nos ayuda a completarnos.
Desde aqui, quiero enviar un abrazo muy fuerte a todas esas personas que han compartido conmigo mi viaje, y darles las gracias por todo lo que me aportaron.
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